Santos
Él, mientras se embriagaba, pensaba si la pasión trataba de sensibilidad o de estupidez. Recordaba que un amigo le había contado la historia de su abuelo, quien por rabia se había disparado en la cabeza consiguiendo así la muerte.
Y se le venía, no lo podía evitar, apesar de que le incomodaba muchísimo volver sobre los recuerdos en los que se habría visto desesperado persiguiendo a esas mujeres que lo habían rechazado, se le aparecía la peor cara, esa que no atrae a nadie, la del que, enredado, hundido, dormido o muerto, clama justicia donde no existe justicia, la del que angustiado cree haberlo perdido todo y busca culpables, mostrando una capacidad única de desatino, hostigamiento y acoso, el mejor ejemplo del conocido "mear fuera del tiesto".
Santos reía para sus adentros y le daba un gran sorbo al gin. Sentía el paso del líquido y como éste desanudaba lo que le presionaba en el pecho.